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Publicado en: Autoestima

Mil y una mentiras que te contaron sobre ti mismo y cómo superarlas

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Mejora tu autoestima

Hace unos días, en mi casa familiar, encontré a mi hijo mirando una foto suya de bebé. Remarco lo de la casa familiar, porque en nuestras casa modernas, todas las fotos se enmarcan en el móvil. Me preguntaba si era él. También se preguntaba a quién se parecía de toda su familia. Saqué los álbumes de fotos, sí, esos que iban con la foto pegados a la página, o dentro de fundas de plástico e iniciamos una tarde de recuerdos.

Entre “uff, mira que pintas” y unos cuantos “cómo me podía poner yo esos pantalones” una idea empezó a gestarse en mi cabeza. Desde bien pequeña, he estado oyendo a mi alrededor “que si estaba muy grande”, “que si mira que engordarás y luego esos kilos no desaparecen”, “que si estás muy gorda para hacer este ejercicio”,…. La verdad es que no le pongo cara a las personas que tan agradablemente me hacían esos comentarios (a algunas sí, la verdad).

De repente, apareció en el álbum una foto de mis 24 años. Lo recuerdo perfectamente porque a esa edad finalicé mi primera interinidad en Menorca. Al volver, celebramos una cena de bienvenida. La verdad, es que en mi recuerdo, en mi mente, yo pensaba que estaba algo  más que redondita, rozando la obesidad. Mi sorpresa al ver la foto fue que, si bien no coincidía con los patrones de belleza al uso, estaba muy bien.

7 hábitos para fortalicer tu autoestima

Lo que no estaba bien era el concepto corporal de mi misma que yo tenía instaurado en mi mente. La idea me vino a mi cabeza: ¿por qué consentimos comentarios negativos sobre nosotros  a la gente que se supone que nos quiere o de nuestro alrededor?

Todos y cada uno de los comentarios que fui oyendo a lo largo de los años, se fueron quedando instaurados en mi memoria inconsciente, hasta que llegó el punto de creérmelo como si fuera la verdad absoluta, pensando que mi YO estaba identificado con esos patrones mentales.

En mi, esos patrones mentales estaban dirigidos al peso, pero se pueden instaurar en relación a la inteligencia, al carácter, a la forma física, a las conductas,…. Si no desarrollamos una autoestima fuerte y centrada en algo que vaya más allá de nuestras cualidades físicas y mentales, llegaremos a creer que somos lo que nos dicen.

Este sistema de creencias y patrones que yo dejé que me instauraran, como a un simple ordenador, gobernaron mi vida durante mucho tiempo. Minaron mi autoestima. Una persona con una autoestima baja no se quiere, no se acepta, no es capaz de aceptar sus cualidades ni sus virtudes.

Una vez que, con el paso de los años fui quitando peso a mi apariencia física para valorarme como ser humano, mi autoestima fue creciendo.

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Si te encuentras en una posición parecida a la mía, donde ves que te cuesta mirarte al espejo y decirte que te AMAS, tal y como eres, con tus virtudes y tus defectos, te recomiendo que adquieras estos SIETE HÁBITOS PARA FORTALECER TU AUTOESTIMA:

  • Investiga y averigua: Piensa, recuerda, busca en tu memoria qué momentos vividos desencadenaron ese autoconcepto con el que te reconoces. Tal y como se explica en el artículo sobre el miedo cuando tu mayor miedo se hace realidad, el hecho de reconocer cuáles son tus creencias en relación a tu autoestima y no huir de la visión que tienes de tí misma, va a ser el primer paso para mejorar cómo te ves.
  • Detecta tus fortalezas, tus puntos fuertes: Reconoce qué cualidades de ti misma son las que más te hacen sentir orgullo. No te bases en consideraciones culturales, en lo que la sociedad espera de tí, en lo que siempre has oído que eran tus cualidades. Mira qué es lo que te enamora. Si al principio piensas que no tienes nada, empieza por enorgullecerte de tus pulmones: te dan aire cada día, funcionan perfectamente y no tienen un estándar de belleza condicionado por la cultura que nos rodea. Siéntete orgullosa de tus órganos, y día a día empieza a valorar tus aspectos físicos menos comprometidos.
  • Mírate al espejo todos los días y di a la imagen que ves, que la amas: Estamos tan centrados en pensar que no nos queremos, que se nos olvida recordarnos que somos lo más valioso de nuestra vida, que sin nosotros mismos no tenemos nada, que mi vida soy yo. Di  todos los días al reflejo del espejo,  que te quieres mirándote a los ojos. Quizás al principio sientas vergüenza, o no te sientas  merecedora de ese amor. Pero permítete día a día darte amor.
  • Analiza cómo te hablas: Si eres una persona que en su diálogo interior utiliza expresiones como “que tonta soy”, “es que yo no soy capaz”, “yo no valgo”, acabas de descubrir al peor enemigo de tu autoestima: tú misma y tus pensamientos. ¡Para ahora mismo! ¡Detente! ¡Corta ese flujo de pensamientos al momento! Ha llegado la hora de que tomes el control de tu mente y empieces a hablarte como lo harías a tu mejor amiga: con cariño, con bondad y con amabilidad.
  • Estudia tu lenguaje corporal: Mírate en un espejo. Si ves que te achantas, que tienes los hombros hacia dentro, la cabeza gacha, es el momento de cambiar: estírate, crece, los hombros hacia atrás, la barbilla arriba, la vista al frente. Tal y cómo te muestras al mundo, así será como los demás y tú misma te considerarás.
  • Reconoce tus valías: seguro que a lo largo de tu vida has conseguido grandes logros. Quizás aprobaste esa oposición tan difícil, o superaste una ruptura complicada, o has sido capaz de dejar de fumar. Escribe una lista de al menos 7 logros que hayan sido importantes en tu vida. Los has conseguido tú, con tu esfuerzo y perseverancia. No lo olvides.
  • Agradece: agradece cada minuto de vida que tienes regalado y que puedes aprovechar. Agradece cada pequeño detalle que hay en tí que hace felices a los demás y cada pequeño detalle que hay en tu vida. Aquí tienes unas cuántas ideas.

Si después de poner en práctica estas ideas, aún sientes que deseas mejorar tu autoestima, sílbame, y ya voy.

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Paulina Lopez

Paulina López

“La pequeña que tiene grandeza”.
Eso significa mi nombre y así soy yo. Nací la pequeña de una gran familia y desde siempre he sentido que tenía que hacerme un hueco y buscar mi sitio en ella. La grandeza me llegó a los 40 años, cuando mi vida cambió de manera radical.

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