Seguimos en Enero,…. época de cambios dicen,… Yo nunca he cambiado nada de mí en Enero. Quizás porque haga mucho frío. Quizás porque oscurece muy pronto. Quizás porque llueve, quizás porque me pongo todas las excusas y razones por las que no cambiar en Enero. Quizás,…Es así. Así de simple.
Corre el rumor que existe gente que se propone hacer algo nuevo, lo decide y lo consigue. Así de fácil. Si a ti no te pasa, bienvenido a mi mundo. Cuando yo decido hacer cambios en mi vida, fracaso muchas veces.
Encontramos mil y una razones por las que mantenernos en nuestros cómodos sofás-hábitos donde hemos vivido en los últimos años y meses. Lo más gracioso de todo, es que nos las creemos. Deberíamos aprender a no mentirnos a nosotros mismos. Está feo.
Leyendo, leyendo, un camino encontré. Déjame serte sincera: Lo estoy probando. Sé que este camino funciona. No tengo pruebas propias pero sé que funciona. Millones de personas han conseguido modificar sus hábitos con anterioridad gracias a James Clear y sus Hábitos Atómicos. También tengo muchos otros angelitos escritores que me van guiando, pero de una manera amena, me ha hecho reflexionar sobre el porqué y el cómo de mis hábitos.
Lo más importante es que en algún momento de Enero, has salido de tu piloto automático para plantearte hacia dónde va tu vida, hacia dónde quieres dirigirte. Sabia decisión.
Píldora primera: I am what,… I am?
Soy lo que soy o Soy lo que hago.
La mayoría de nuestros hábitos son el fruto de vivir con el piloto automático encendido continuamente. Ahora mismo no sería capaz de asegurar si cerré el grifo del agua después de lavarme los dientes. Estaba con el piloto automático en esa acción.
Para convertir en obvios y conscientes nuestro hábitos, es interesante deshacer estas acciones en pequeñas listas explicando al detalle lo que implica y concretando tu deseo lo máximo posible:
“DESPUÉS de llevar el plato a la cocina, llamaré a MI MADRE, a las NUEVE, desde el SOFÁ, CADA DÍA, menos los VIERNES, durante 5 minutos”
Al concretar los detalles, resulta más sencillo descubrir a los monstruos que desean que no alcances tu objetivo (pereza, desgana, falta de motivación, excusas,…). Los monstruos con la luz, desaparecen.
La consciencia de las pequeñas acciones y rutinas te prepara para alcanzar aquello que deseas.
Píldora segunda: ¡Oh baby, cómo me gusta!
Lo que más me gusta en el mundo, en invierno, es meterme en la cama en invierno con las sábanas de franela. ¡Me da gusto sólo pensarlo! ¡Ummm! ¡Con el frio que hace!
Pues bien, vamos a ponerlo, como “recompensa” después de instaurar el hábito que deseo conseguir:
“Después de meditar cinco minutos, sentada en la alfombra, me meteré en la cama con las sábanas de franela.”
Emparejamos un hábito que nos cuesta, con otro que nos encanta. Hacemos atractivo el hecho de realizar algo que no nos apetece, pero que es importante para que nos conduzca al nuestro deseo.
Si tenemos la suerte de que en nuestro entorno contamos con personas que ya realizan el hábito que deseo modificar, más fácil nos resulta. Si he decidido que cuido mi alimentación, y mi pareja sólo quiere ir a comer basura chatarra, se complica la historia.
Quizás también sea el momento de reflexionar sobre qué tipo de personas o situaciones quiero que envuelvan mi vida,…Quizás sea el momento de pensar a qué dedico mi tiempo, si a leer o a mirar TIK TOK. Quizás sea el momento de decidir por qué pido un refresco en el bar en lugar de una bebida saludable. Quizás sea el momento de hacer más hábitos conscientes o al menos más reflexionados.
Quizás también es el momento de recordarle a tu cerebro que no tienes que hacer nada, sino que eliges hacer porque sabes y has decidido que te acerca a lo que deseas.
- No tienes que llamar a tu madre: eliges que ella se sienta acompañada.
- No tienes que perder peso: eliges llevar una vida saludable
- No tienes que ir al gimnasio: eliges cuidar tu cuerpo y volverlo fuerte.
- No tienes que cocinar: eliges preparar platos sabrosos que demuestren que te mimas cada día.
- No tienes que mirar menos la televisión, redes sociales,…: Eliges dedicar tu tiempo a acciones que te llenen por dentro.
Píldora tercera: ¡Chica, póntelo fácil!
A veces, no hacemos las preguntas correctas y encontramos respuestas incorrectas o no acertadas para mi momento.
Quizás no sea importante la cantidad de tiempo que voy a necesitar para implementar el nuevo hábito sino la cantidad de pequeñas recompensas que voy a dejar de tener sino lo inicio y lo mantengo en el tiempo.
Cuando pienso en la pereza que me da redactar proyectos para mi trabajo, respiro y me centro en las ventajas que recibiré al tenerlo acabado: sensación de plenitud por acabarlo, satisfacción personal, gusto por el trabajo bien hecho,…
Nuestras motivaciones siguen siendo primitivas: obtener alimento, establecer vínculos emocionales, ganar aceptación social y personal, reducir el miedo al cambio, alcanzar prestigio. Las recompensas, como ves, también las busco primitivas.
Rodéate de pequeñas victorias que te encanten para ayudarte a facilitar que venzas o superes o no te importe vivir para alcanzar ese DESEO primero que has descrito en la píldora primera: no tengas una app de comida rápida en el teléfono, desinstala las app de redes sociales, resetea tus contraseñas para no tener acceso directo, apaga el botón de encendido de la tele para que te tengas que agachar, deja el libro a la vista, la colchoneta de meditación a mano, pon las zapatillas y la bolsa de deporte justo delante de la puerta, ves a comprar con dinero en efectivo, lo que hayas calculado para hacer una compra saludable, no compres cartones de tabaco, pon el teléfono en silencio, llévate al trabajo sólo tres cigarros,… La lista puede ser interminable, según sea tu objetivo.
Póntelo fácil. La mayoría de las veces no nos apetecen las cosas, hasta que empezamos a hacerlas. Empieza ahora.
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Píldora cuatro: ¡Oh, qué gusto!
Disfruta, disfruta, disfruta, disfruta, disfruta. Mil veces nos han hecho creer que comer bien es aburrido, que hacer deporte es duro, que dejar de fumar es complicado,…. creencias, creencias, creencias. Nos hemos olvidado de los pequeños detalles y de la FELICIDAD que nos dan, del gusto, del placer que sentimos, al tener un mordisco de manzana en la boca, sabrosa y deliciosa.
Conecta con el placer de las pequeñas acciones, vinculadas a tus nuevos hábitos. Y ponte medallas. Pinta corazones en tu agenda cada vez que consigas hacer eso que tanta pereza te da, ponte una estrella en la cocina, mándate un mensaje de amor a ti misma, pinta un círculo verde en un folio en la nevera cada vez que cogiste una manzana en lugar de chocolate. Céntrate en los logros, no en las batallas que no conseguiste, por el momento.
Si tu nuevo hábito era llamar a tu madre cada día, ponte un gomet, una pegativa en tu foto con ella, cada día cuando lo hagas. Y mira que no te digo “ cada día que lo hagas”. Ya doy por sentado, que a estas alturas, lo harás.
Eso sí, date aliento pero que no vaya en contra de tus nuevos hábitos a conseguir. No te recompenses con comida chatarra si tu hábito es querer ser saludable. Regálate una cena maravillosa donde preparen el tartar de salmón más delicioso del mundo.
Dile a tu cerebro: “esto es agradable, hagámoslo de nuevo”. Es curioso que a veces pienso que hasta el placer nos da pereza,…
Con estas “sencillas” cuatro píldoras (defino mis hábitos, los enlazo con acciones gratificantes, me lo pongo fácil y me recompenso por mis avances) ha llegado el momento de centrarme y decidir qué es lo que yo anhelo y deseo cambiar en mi vida.
Esta vez, yo soy quién silba. Silbo para hacer venir a mi caballero andante (yo misma) para conseguir lo que deseo.