Vivir de manera consciente
(o Cómo los problemas del primer mundo nos alejan de la vida soñada)
De camino al aeropuerto, para recoger a mi hijo que ha pasado los primeros días de las vacaciones escolares con su padre, pienso en conversaciones que me resuenan:
- Mi “amiga Laura”, esa Laura que todos tenemos, como dice La Vecina Rubia, está estresada porque se va de viaje. Quiere preparar las maletas de toda la familia y dejar la casa lista para el viaje.
- Mi primo Alberto vive un sin vivir porque tiene tos: está super angustiado imaginando que ha contraído una enfermedad muy grave.
- Mi compi de batallas está sin aliento al ver que su match no le ha dado like a su foto pero si le ha dado like a las fotos de su ex.
- A mi me ha salido una cana nueva que no tenía controlada, con la que no contaba y realmente me ha sentado super mal.
Todos estos pensamientos, venidos de camino al aeropuerto,… Sin tener nada de malo, vividos por diferentes personas, en lugares muy lejanos físicamente, nos llevan a todos a sentir enfado, fastidio, estrés depresión, adicción,…. Realmente ninguna de las situaciones anteriores, por el simple hecho de existir, significan nada. Solo es un viaje, solo es tos, un corazón en una foto y un pelo blanco. Mirados desde fuera, con perspectiva, son insignificantes.
Pero se pueden llegar a convertir en una losa fastidie el día. Incluso más que solo un día. Quizás, nos haga llegar a la conclusión de nuestra insatisfacción por la vida. Tal vez nos haga dudar incluso de nuestra felicidad.
Seguramente, en la época de las cavernas no era realmente importante si eras feliz o no. Sobrevivir era la mayor de nuestras preocupaciones, era la necesidad más urgente. Hoy en día, ser feliz o no se ha convertido en un asunto muy prioritario.
Somos incapaces de encontrar la felicidad ya que centramos toda nuestra atención, ponemos el foco en esos “problemas del primer mundo”. Nuestro enfoque vital lo hemos dirigido hacia las miles de preocupaciones diarias que nos creamos.
Cuando nuestra mente se empeña en centrarnos en los celos que sentimos cuando nuestra pareja mira a otra persona, en la casa del vecino, en el cuerpo de la supermodelo, nos causa sufrimiento.
Cuando me enfado porque mi pareja no se comporta como yo espero, me causa sufrimiento.
Cuando un virus letal amenaza la humanidad y mi forma de vida, me causa sufrimiento.
Cuando mis familiares queridos y amados enferman y fallecen, me causa sufrimiento.
La plena conciencia es lo único que, por ahora, me ha ayudado a sobrellevar estos sentimientos y sufrimientos. Esta plena consciencia puede estar basada en teorías taoístas, budistas, cristiana o en técnicas de control modernas,… a mi esa parte me da igual.
Desde mi experiencia, la existencia se nos hace complicada, nos es duro vivir por diferentes razones:
- Tenemos una gran resistencia al cambio.
- Estamos enganchados al placer.
- Pensamos demasiado en lugar de vivir.
- Al tener tantos pensamientos, no soy consciente del aquí y el ahora.
- Sabemos que todo lo bueno se acaba: el verano, las vacaciones, la cerveza fresquita,… pero olvidamos que también se pasa lo malo.
- La adrenalina del éxito se pasa pronto. Dura meses como mucho.
- Somos adictos a nuestras películas mentales creadas sobre el pasado y el futuro.
- Nos encanta vivir en la culpa y el fatalismo.
Suscríbete a nuestro newsletter
Recibe más artículos valiosos
La mayoría de las veces, vivir nos resulta muy complicado porque ponemos nuestra atención en momentos, situaciones, vivencias,… que no han sucedido. Están tan solo en nuestra mente. Bien sabiamente se dice que el exceso de pensamientos sobre el pasado conduce a una posible depresión, así como grandes dosis de pensamientos futuros nos pueden provocar ansiedad.
Afortunadamente, al igual que creamos rutinas de pensamientos, está en nuestra mano poder desarrollar hábitos mentales para librarnos de aquello que nos hace sufrir.
Vivir el momento presente, aceptando lo que pasa en él, saliendo del piloto automático, siendo conscientes de lo que vivimos, sin darle un significado positivo o negativo, podría ser una de las herramientas a utilizar. La consciencia plena sería la autopista que nos lleva a reconciliar pasado, presente y futuro.
Ser conscientes no implica estar alegres a lo largo de nuestra vida, o tristes. Tampoco significa ser a cada momento positivos ni comportarnos como ciegos ante las situaciones que experimentamos. La base de la consciencia plena sería para mi, la aceptación del momento presente, tal y como ocurre, sin interpretaciones o juicios, sin empeñarnos en controlar cada segundo. Aceptar que mis vacaciones se han acabado, que no es una situación ni buena, ni mala. Sino que simplemente es. Aceptar que mi vecina ya no me habla, sin ser esa una situación ni buena ni mala. Sino que simplemente es. Aceptar que simplemente llego tarde a la reunión, y que posiblemente así sucederá me ponga nerviosa o no. Sin juicios, sin decirme que soy tal o cual, …
Al perder la necesidad de control de estas situaciones, no nos vemos arrastrados por nuestras emociones, reduciendo así nuestras preocupaciones.
Ya nunca me enfado al llegar tarde. Simplemente intento vivir la situación como es y ponerle remedio en el futuro. Ya nunca intento anticiparme sobre el resultado de una cita o una reunión. Me libero de toda esa tensión. Espero que pase y actúo en consecuencia. Me libero de la tensión que hubiera vivido antes sin saber cómo iría la reunión.
Al dejar de obsesionarme con hacer todas mis tareas vitales a la perfección ( llegar a tiempo, trabajar a tope, tener mi casa toda controlada, estar perfecta,….), al haber pasado a simplemente hacer mis tareas, me libero de la autoexigencia. Acepto que lo que venga y como venga, bueno será. Reduzco mis preocupaciones.
Pero, ¿cómo practico la consciencia plena? He aquí lo difícil de la cuestión. De manera simplificada, la consciencia plena se practica de manera formal e informal.
- Las prácticas informales consisten en ir recordando a lo largo del día la importancia de vivir aquí y ahora.
- Las prácticas formales se basan en dedicar un tiempo para ir al “gimnasio mental” a meditar.
Elijas el camino que elijas, será correcto. Al final, así como lo sientas será perfecto. Cuando llegues al final del camino, nadie te pondrá una medalla al mejor campeón mundial de práctica de mindfulness.
Disfrutar del camino siempre fue la mejor opción.
Si quieres saber cómo incorporar más prácticas de Mindfulness en tu vida, sílbame y ya voy.