O cómo los patrones mentales manejan tu día
Desde que empecé con la meditación y el Mindfulness, tengo que reconocer que soy mucho más consciente de cómo y en qué pienso. Escucho atentamente a lo largo del día mis conversaciones, esas que ocurren, debajo del pelo. La verdad, me sorprende ver las cosas que suceden allí.
Pero lo que más me sorprende es oír las conversaciones de mi entorno. Están plagadas de temores, miedos, sufrimiento,…
La cuestión es que parece que no somos capaces de enfrentarnos a nuestros miedos.
Uno de los aprendizajes de este último año ha sido potenciar el cambio de patrones mentales, es decir, intentar cambiar cómo veo la situación que estoy viviendo. Te aviso que fácil no es. Pero sí muy divertido. Es como cuando de pequeña jugaba al escondite. La emoción de encontrar al escondido era enorme. Encontrar ahora a mis patrones mentales ocultos me da la misma sensación.
Pero, ¿qué es un patrón mental? Los patrones mentales son nuestra percepción del mundo que nos rodea, nuestra manifestación, nuestra representación de ese entorno. Están condicionados por el momento histórico, social, político, geográfico,… que nos ha tocado vivir. Se relacionan directamente con la educación recibida, las tradiciones, la religión,… Las afianzamos a nuestra vida, con nuestras experiencias de vida: asociamos situaciones vividas a respuestas naturales. Si cuando éramos pequeños nos mordió una vez un perro, todos los perros nos van a morder el resto de nuestra vida. Transformamos una vivencia en un hábito, difícil de cambiar.
Siendo sincera, muy pocas veces nos paramos a pensar de dónde nos vienen esos patrones y si realmente se corresponden con lo que deseamos.
Mi camino empezó a cambiar cuándo fui consciente de esos patrones. Me sorprendió lo que descubrí. Mi técnica para desenmascarar mis patrones mentales consiste básicamente en la autoobservación. Parece fácil, pero no lo es.
En primer lugar, cuando me escucho siendo muy categórica con una opinión, me salta una señal de alarma en mi cerebro:
- ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Pensamiento recurrente en proceso! ¡Alerta! ¡Patrón mental realiza su aparición!
Una vez que identifico ese pensamiento, ya puedo empezar a trabajar con él.
En segundo lugar, empiezo a desenmarañar ese pensamiento: reviso las palabras que lo componen. Las palabras que utilizamos son mucho más importantes de lo que creemos. Así lo afirma la Programación Neurolingüística, más conocida como PNL. Hacernos conscientes de nuestras palabras, nos ayuda a ser más capaces de cambiarlas.
Solemos utilizar expresiones como SIEMPRE, NUNCA, TODO, NADA,… y hacemos creer a nuestro cerebro que en realidad nunca conseguimos lo que queremos, todo va fatal, nada es lo que quiero, siempre se repite la misma historia,….
Relativizar, my friend.
- Conseguimos lo que queremos la mayoría de las veces. Algunas veces, quizás no. Pero está en nuestra mano volver a intentarlo.
- Algunas partes de nuestra vida puede que no vayan como deseamos, pero no todo va fatal. Desde el momento en el que respiras, caminas, sonríes,… ya no es todo fatal. Esa parte que ves más negativa, analízala. Busca la forma de expresarla más concretamente: aún no tengo el empleo que deseo, aún me duele el pie pero el resto del cuerpo no,….
En tercer lugar, cambia de perspectiva. Pasa de ver la vida llena de problemas a llena de desafíos. Cambia las preguntas y tendrás nuevas respuestas.
Cambia de:
- ¿Por qué me pasa esto a mi?
- ¿Por qué vivo esta situación?
A:
- ¿Para qué me pasa esto a mi?
- ¿Seguirá siendo importante en tres años?
Sinceramente, no vas a conseguir cambiar los patrones mentales que has mantenido durante 30 años en un solo día. No te va a cambiar la vida de un día a otro. No es la panacea. Pero es un inicio.
Un inicio en el que tus palabras te van a ayudar a dejar de ver, día tras día, la misma película. Esa que te inventas tú sobre cómo vives. Paso a paso, irás descubriendo qué palabras gobiernan tu vida y qué patrones tienes instaurados en el disco duro.
Una vez que los conozcas, podrás decidir si se adaptan a lo que deseas: yo descubrí que pensaba que a todo el mundo le picaba la lengua con la piña (patrón mental) para saber que era sólo a mi. Se ve que le tengo alergia. Descubrí que andar descalza no produce catarros (patrón mental) sino que me encanta hacerlo.
Ahora es tu turno. Párate a pensar si esos patrones instaurados de manera social, religiosa, familiar, cultural,… te valen en tu vida. En tus manos está. Descubrirlos te abrirá la puerta a desmontar mitos, leyendas, miedos, pensamientos recurrentes que están llenando tu disco duro de datos no necesarios.
Y ya sabes, si no te apetece jugar solo al escondite, sílbame y ya voy.