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Publicado en: Vivir sin miedo

Liberar expectativas, meditando

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Hace muchos, muchos años, en el instituto, fui a ver una obra de teatro. Era una adaptación de la obra de Oscar Wilde The importance of Being Earnest. Mucho ha llovido desde entonces, pero en mi memoria, la recuerdo como una obra, donde el equívoco, el mantener las apariencias, la ocultación de las identidades eran los temas básicos que trataba. 

A día de hoy, revisando mi perfil de Instagram y otras cuentas, me siguen resonando estos mismos temas: vivimos enseñando una parte de la vida, que no se corresponde completamente con la verdad. La cara vista, como ya cantaba Mecano, es un anuncio de señal. La cara oculta es la resulta, la resulta de todo aquello que escondemos. Nos esforzamos en mantener las apariencias, en mostrarnos perfectas en nuestras vidas. 

Pero mi vida no es así. Yo no soy perfecta, pero soy perfecta tal y como soy. Desde que me decidí a empezar mi camino dentro del Mindfulness, he ido deshojando miles de margaritas, me he ido despojando de capas y capas, como las cebollas. 

Las primeras capas que recuerdo haber dejado marchar son las de mirar al pasado. Al principio, fue difícil. Me encantaba recordar mis dramas y hacerme la mártir. Mis frases habituales eran: “Porque él me hizo,…”, “Porque ella me dijo,…”. Paso a paso he ido conociendo que, nadie me hace nada a mi. Yo permito que me lo hagan o yo misma lo atraigo. 

El hecho de aprender a ser responsable de mi vida, me está ayudando cada día a ponerle un rumbo claro. Pero no todos los días son buenos, no todos los días avanzo, no todos los días cumplo mis rituales. No todos los días cumplo con mis expectativas. 

Plantearse metas y objetivos a seguir resulta a veces estresante y frustrante. Alcanzar el equilibrio y desarrollar la autocompasión necesaria para aceptar que no todos los días son buenos es parte de mi proceso. 

Igual que Ernesto en la obra que te contaba, navego en la dualidad de la autoexigencia, la autocompasión, la aceptación de mis situaciones. 

Pero, ¿sabes qué? La única cosa que tengo clara, bien clara, es que me encanta ser esa mujer que ve sus limitaciones y no se deja arrollar por ellas. 

He llegado a un punto en que, al ser consciente de las emociones, pensamientos y reacciones, me resulta más sencillo frenar mis expectativas, que me invaden en ciertas ocasiones. Yo soy la que ve desde fuera mis expectativas. 

De manera simplista, podemos clasificar las expectativas en positivas y negativas, altas o bajas.  Cuando nos aferramos a las negativas, ponemos nuestro foco en que “todo me sale mal”, “no hago nada bien” o “ me va a ir fatal”. Este pensamiento puede desembocar en estrés o incluso miedo. En otras ocasiones, las expectativas positivas nos hacen sentir una ilusión desmesurada ante una situación, como cuando tus padres te decían que te iban a llevar a la feria del pueblo. O como cuando planeas el viaje del año. 

Tanto un extremo como el otro, a día de hoy, me resultan exagerados. No me gusta perder el rumbo o el equilibrio de mi vida ante ideas que siento en mi cabeza. Al fin y al cabo, las expectativas siguen siendo eso: pensamientos con mucha emoción. En ese momento, me paro y me observo. 

La autoobservación es una de las herramientas más útiles que he encontrado en los últimos años. Me paro y me pregunto: 

“¿Qué estoy sintiendo?

¿De dónde me viene este pensamiento, esta emoción, esta expectativa?

“¿Dónde la siento?

Antes de iniciarme en el Mindfulness, jamás me paraba a pensar en cómo me sentía, cómo me afectaba, cómo reaccionaba a esta emoción. Considero que ser capaz de reconocer mis emociones gracias a estar en el momento presente, gracias a estar en el aquí y el ahora, me permite ser más consciente de mis reacciones. La gestión de mis emociones se ha vuelto más sencilla.

Expectativas

Es bien cierto que no todos los días estoy en el modo de reconocer y gestionar desde la calma mis emociones. Pero aún después de vivirlas, soy más consciente de que las he vivido. Ya no culpabilizo al coche que me salpicó de barro. Ya no saco demonios de mi cuerpo cuando las cosas no van como esperaba. Ya no me juzgo cuando no cumplo con lo que planeé, ni me machaco. 

Tampoco sería honesta si dejara que todas mis expectativas se centraran en el Mindfulness como solución para la vida. El Mindfulness no lo cura todo.

En lo que sí me ayuda el Mindfulness es en: 

  • Desvincular los sentimientos que  provocan las expectativas. 
  • Reconocer que cualquier emoción o sentimiento es sólo eso: no definen como persona. 
  • El Mindfulness desinstala de los programas que a través de años fui instaurando en mi cerebro, como si fuera un ordenador. 
  •  Permite la autoobervación y el autoconocimiento. Así puedo decidir. El poder de la decisión lo voy a bautizar a partir de ahora como ¡SUPER PODER! El sentirme responsable de mis acciones, me empodera. Además dejo vivir a los que están a mi alrededor más en paz, ya que ellos no tienen la carga ni la culpa de mis vivencias. 
  • Sesión a sesión, la práctica continuada de la meditación o el Mindfulness hace que sea capaz de integrar estos pensamientos en mi vida diaria: no solo soy consciente en el momento de meditar, sino que, en muchas ocasiones, lo puedo trasladar a mi vida cotidiana. 

Si necesitas herramientas más concretas para liberarte de tus expectativas (falsas o verdaderas, buenas o malas, negativas o positivas) aquí te comparto mis TOP 3

  • Céntrate en la respiración: Cierra los ojos, siente como el aire entra por tus fosas nasales, cómo inunda tu cuerpo, cada parte  de él. Focaliza tu atención en el sentir del aire viajando por tu interior. Repite este proceso durante al menos cinco respiraciones. Al realizar la exhalación, aprovecha para soltar la sensación que te ha provocado la expectativa. Déjala que ruede hasta el suelo. Déjala que corra como el aire del río. Sonríe. Has sido capaz de identificar y soltar parte de tus expectativas. 
Expectativas

La caja de las expectativas: Imagínate una caja en tu cabeza. Una bonita, una que te inspire amor, una que te haga sonreir al mirarla. Puede ser del material que más te emocione, del color que más te inspire. Escríbele con tu imaginación un cartel que ponga “caja de las expectativas”. Cuando reconozcas alguna de ellas, siente que la coges entre tus dedos y la llevas hacia la caja. Abre el candado, si tiene y, deposita ahí tu expectativa. Cierra la caja. Es un ejercicio imaginativo. Pero, a final de cuentas, las expectativas también lo son. Si te cuesta imaginar la caja, coge una de verdad, escribe tus expectativas y, ahora sí, cierrala. 

Concéntrate en lo que realmente es: Dejemos de imaginarnos películas mentales. En demasiadas ocasiones ante una situación, nos inventamos la historia. ¿Realmente tu jefa te ha dicho que no estabas haciendo un buen trabajo? ¿O tú has entendido eso ante su comentario “deberías mejorar esta parte del proyecto”?. 

Liberarse de las expectativas, necesita de tu trabajo consciente. La meditación, el poner el foco en la respiración, puede ser tu gran aliada. 

Y ya sabes, si no consigues meter tus expectativas en una caja y hacerlas desaparecer, sílbame, y ya voy

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Paulina Lopez

Paulina López

“La pequeña que tiene grandeza”.
Eso significa mi nombre y así soy yo. Nací la pequeña de una gran familia y desde siempre he sentido que tenía que hacerme un hueco y buscar mi sitio en ella. La grandeza me llegó a los 40 años, cuando mi vida cambió de manera radical.

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