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Publicado en: Manejo del Estrés

Perdiendo la prisa: la guía definitiva para vivir sin estrés según la OMS.

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Lunes: 9:05 de la mañana en la puerta del colegio. Una conversación cualquiera.   Una madre y un padre cualquiera, acompañan a la niña al colegio: 

  • ¿Has cogido la merienda?- Pregunta la madre.
  • Sí, mamá. – contesta la niña.  
  • ¿Acabaste los deberes?- pregunta el padre.
  • Sí, papá –  contesta el niño
  • ¿A qué hora tienes inglés? No vayas a llegar tarde. 
  • ¡Mamá! ¡Para ya! ¡Qué me estresas! – responde con nerviosismo. 

Esta conversación de un niño o niña, de entre seis y ocho años, es la más habitual a la entrada del colegio. Lo que me sorprende no es el hecho en sí de la conversación, es la respuesta del niño: Me estresas. Todavía no tiene demasiado claro todo lo que implica esa palabra, pero ya la tiene bien aprendida
El estrés. Ese gran mal moderno de estos últimos siglos. Vivimos con estrés. Se habla de estrés post vacacional, estrés en el trabajo, estrés post traumático, estrés familiar, estrés ambiental, …

Identificar los tipos de estrés es 

el primer paso a la vida que deseas

Identificar los tipos de estrés de manera teórica es relativamente sencillo: puede ser un estrés agudo,  un estrés agudo episódico y el estrés crónico. 

El estrés agudo se da cuando la persona cree que está viviendo una situación peligrosa y el cuerpo activa el mecanismo de protección y  huida. Hoy en día se podría haber desencadenar por razones muy habituales:

  • Cuando corres por el metro para coger el siguiente y sólo te quedan dos minutos para que pase. 
  • Cuando corres al ver que el semáforo se puso en rojo
  • Al pensar que perdiste el móvil 
  • Cuando piensas que deberías haberle contestado a tu jefe de otra manera, haciendo valer tu punto de vista y, repites y repites la conversación.

Son micromomentos en los que tu cuerpo reacciona a un estímulo interno o externo con el fin de activar  esos mecanismos de defensa que te van a ayudar a salir de la situación airoso. 

Debería tener un efecto en el cuerpo corto y muy concentrado en el tiempo.  Los síntomas (nerviosismo, dolor estomacal, dolor de cabeza,…) deberían desaparecer al poco de terminar la situación. 

Si este tipo de situaciones vividas se desarrollan de manera habitual, provocando en el cuerpo las mismas sensaciones antes explicadas, ya estaríamos hablando del segundo tipo de estrés: estrés agudo episódico

El estrés agudo episódico se da cuando provoca un estado de desgaste emocional que aparece en ciertos momentos de nuestra vida. Quizás desaparezca en vacaciones o en momentos de calma, pero cada vez más aparece en nuestra vida. 

Puedes identificar los síntomas de este tipo de estrés si: 

  • Tu mal humor te  inunda ,  te sientes impaciente o  de mal genio, sin razón aparente. 
  • Tienes en tus pensamientos una sensación de prisa constante que no puedes parar. 
  • Sufres de dolores de cabeza, dolores musculares constantes incluso es posible que te duela la mandíbula. 

Al sufrir este tipo de estrés, se hace más complicado encontrar momentos de paz interior o de tranquilidad.

Cada vez se hace más complicado 

encontrar momentos de paz

El tratamiento para superar esta situación ya tendría que ir de la mano de un profesional que acompañase la situación.

Por último, en tercer lugar aparece el estrés crónico. Aparece al vivir situaciones de vida para las que no vemos salida. Puede aparecer después de haber vivido situaciones extremas que pueden desembocar en ansiedad, ataques de pánico, depresión o incluso intentos de suicidio. Puede llegar a causar daños físicos importantes y emocionales. En ocasiones, la persona que lo sufre, llega incluso a creer que forma parte de su forma de ser, olvidando que es una circunstancia que se está viviendo, no un rasgo de la personalidad.  Este tipo de estrés debe ser tratado en profundidad.

La primera medida es reconocer 

cómo te encuentras ahora mismo

vivir sin estrés

Una de las primeras medidas a tomar cuando notamos que el estrés se está incorporando a nuestra vida es reconocerlo antes de que pase a una situación más complicada. La mejor medicina es siempre la prevención. Si el estrés ya se ha instaurado en tu vida como un fiel amigo, es hora de tomar cartas en el asunto y empezar a poner medidas. 

La OMS ha publicado recientemente una para hacerle frente al estrés: 

Las 5 técnicas según la OMS para combatir el estrés:

  1. Anclarse en el momento presente: Cuando nos centramos en nuestros pensamiento negativos a lo largo de los días, dejamos de observar las maravillas que nos ofrece la vida en forma de pequeños momentos. Nos olvidamos sonreir, de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y eso nos causa un desequilibrio emocional y mental. 

Las técnicas básicas del Mindfulness nos ayudan a anclarnos en el presente y poder ponerle una barrera al estrés. 

El Mindfulness apacigua nuestra mente y nuestro cuerpo

El Mindfulness se centra en enseñarnos a utilizar nuestra respiración para apaciguar la mente y el cuerpo. Tanto con ejercicios formales como con ejercicios informales de atención plena, podemos llegar fácilmente a dominar nuestra mente y con ello, calmar el estrés. 

Párate en este mismo momento. Deja lo que estás haciendo. Pon una mano sobre el pecho y la otra a la altura del estómago. Date permiso para cerrar tus ojos si así lo deseas.  Inspira lentamente, notando como entra en tu interior ese aire que te da la vida. Suéltalo y a medida que lo haces, imagina que esa situación que tanto te preocupa, sale de tu mente. Inspira lentamente de nuevo, notando como el aire te llena los pulmones, cómo el diafragma se hincha, como el aire llega a todas la células de tu cuerpo. Suelta el aire por la boca con una larga exhalación, dándole permiso a tu cuerpo para que suelte eso que tanto te pesa. 

Inspira lentamente
Suelta el aire
Libérate de tus pensamientos

Aunque un solo ejercicio no conseguirá liberarte de tus síntomas o tus miedos, nota la paz que inunda tu cuerpo en este mismo momento. Si en 30 segundos has conseguido disfrutar de un momento de bienestar, imagina los beneficios cuando consigues centrarte en tu equilibrio por un tiempo más largo.

  1. Anclarse a la vida: Desde pequeños nos han hecho creer que somos nuestros pensamientos. Yo soy esa persona que piensa que estoy nerviosa, soy esa chica que mantiene conversaciones interiores y además, me creo las charlas de mi cabeza. Nos hacen llegar a creer que ese ruido mental, esas frases internas, somos nosotros.  No nos dicen que somos capaces de parar ese ruido interior. Vivimos como drogadictos de los mismos pensamientos aprendidos a lo largo de nuestra vida. Es importante darse cuenta de qué tipo de pensamientos rigen nuestra vida para poder atajarlos de manera consciente. De nuevo, el anclarse al momento presente y a la respiración, nos ayuda a ser más conscientes de los pensamientos recurrentes y hace más sencillo la opción de poder cambiarlos.  

Abandona el ruido de tu cabeza
No eres tus pensamientos

  1. Conviértete en la persona que quieres ser: Dedica unos momentos a decidir que tipo de persona quieres ser. Si para ti es importante el amor, el respeto y la amistad, si esos son tus valores, guía tu vida con ellos. Si no estás de acuerdo con la irresponsabilidad, no la practiques. Cuántas más acciones hagas relacionadas con tus valores, más sencillo es sentir que vives tu vida y guías tu vida como deseas. Menos sientes que las situaciones exteriores gobiernan tu vida. Esta es una de las causas más claras de estrés: vivir una vida que no deseas con principios y metas que no has decidido. 

Vive de acuerdo a tus valores
Gobierna tu vida

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  1. Mímate, cuídate, sé amable contigo misma, háblate bien: La autoexigencia de nuestra vida hace que muchas veces nos hablemos mal a nosotras mismas. Expresiones tales como “que tonta soy” o “parezco idiota” son muy comunes dentro de nuestro cerebro. Pocas veces nos dejamos pensar de nosotras mismas un “lo has hecho genial” así, tal y como suena, sin un pero que poner, sin más exigencia. Sé tu mejor amiga. Cuídate, mándate mensajitos de corazones,  repítete lo guapa que estás esta mañana y lo bien que te sienta tu blusa. Quererse y aceptarse. Ver tus puntos fuertes y no sólo los que quizás puedes mejorar. 

Sé amable contigo mismo
Conviértete en tu mejor amiga

  1. Vive tus sentimientos sin que te arruinen la vida: Es importante sentir. Sentir tus miedos, tus corazas, tus tribulaciones. Sentir tus alegrías, tus victorias, tus milagros. No te dejes llevar sólo por los sentimientos negativos. Siéntelo todo con la curiosidad de un niño. Como si fuera la primera vez. Deja atrás el miedo, deja atrás tus temores una vez que los has reconocido. 

Reconoce tus sentimientos sin dejar que dominen tu vida

Si, aún así sientes que nada funciona, recuerda: Sílbame, y ya voy.

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Paulina Lopez

Paulina López

“La pequeña que tiene grandeza”.
Eso significa mi nombre y así soy yo. Nací la pequeña de una gran familia y desde siempre he sentido que tenía que hacerme un hueco y buscar mi sitio en ella. La grandeza me llegó a los 40 años, cuando mi vida cambió de manera radical.

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