A veces me preguntan si siempre he sido como soy ahora,…. Me preguntan que cómo hago para no ver el lado negativo en un día de lluvia. Se sorprenden al oírme decir que ya me cansé de mi enfado y que decido cambiar de emoción. Se les queda cara de sorpresa al escuchar que considero que nadie me ataca o me hace daño, que simplemente yo me dejé hacer daño por no parar una situación a tiempo o no tomar acción.
¡Madre mía! ¡Ojalá, hubiera sido capaz de tener esas actitudes hace diez años,…! Pero la verdad es que no, no tenía ni idea de los beneficios que un buen libro de crecimiento personal y una buena formación de Mindfulness iban a traerme a mi vida. En muchas situaciones me sigo sorprendiendo a mi misma por mis reacciones. No me malinterpretes. Me enfado, exploto, maldigo en ocasiones,…No soy sólo paz y amor. Simplemente soy consciente de que son tan sólo una parte de mi, son emociones o sentimientos que no me pertenecen, no me definen como persona. Definen cómo me enfrento a una situación, eso es todo.
En muy pocos lugares nos enseñan a ver una perspectiva de la vida más positiva y centrada en el bienestar personal. Como profesional de la educación, ha sido en los últimos 10 años cuando he visto un incremento del tiempo lectivo dedicado a identificar, reconocer y ser consciente de nuestras emociones. Anteriormente, hay toda una generación de entre 30 y 60 años que no son capaces de saber qué hacer ante el miedo o la rabia provocadas por un choque con el coche o un despido. Seguimos buscando las causas de lo que nos ocurre en el exterior, en el mundo físico, cuando la verdad, es que nuestros pensamientos nos provocan una reacción emocional y, esa reacción, nos lleva a una acción determinada.
Al iniciarme en el Mindfulness, mi vida dio un cambio brutal. No sólo en el manejo del estrés o de mis emociones sino también en ver los problemas de un modo diferente: una vez iniciada en el camino de la paz mental, es difícil creer que la última pelea con tu ex sea un problema: es simplemente una situación a resolver.
Siendo un purista de la atención plena en el sentido más estricto del Mindfulness, me podrían llegar a decir que no hay relación estricta entre ser consciente del aquí y del ahora, de las circunstancias presentes, con los beneficios que te voy a explicar. Desde mi punto de vista, mi Big Band se inició gracias a la práctica continuada del Mindfulness. A partir de ahí, sentí que empecé a vivir de nuevo.
Dejando de lado la teoría, estos son los 10 beneficios más importantes que he notado desde que me inicié en el camino del Mindfulness y que creo imprescindibles para tu vida.
- Dejar de ver el vaso medio vacío: Esta es una de las actitudes más comunes que veo a mi alrededor. Vivimos en un momento en el que el negativismo y los problemas nos rodean y no sé quién exactamente nos hace creer que eso es la vida. Cuando es completamente diferente. No sé si practicando Mindfulness conseguirás ver la vida de color de rosa como yo a veces la veo, pero lo que tengo claro, es que con la práctica habitual y constante de la Meditación los problemas se vuelven situaciones a resolver. Sólo eso. Aceptas lo que viene y actúas en consecuencia. Pero no dejas que te absorba por completo.
- Miras los problemas de frente. Dejas de hacer el avestruz. Dejas de postergar decisiones, dejas de vivir situaciones que no deseas, dejas de complacer a los demás para empezar a decidir qué quieres tú sin pensar que por eso vas a ser egoísta. Has entendido que eres la persona más importante de tu vida. Eso no quiere decir que no te importe el resto del mundo. Quiere decir que te quieres por encima de todo el mundo y te priorizas.
- No permitas que los enfados te duren eternamente: antes era capaz de guardarme un enfado por semanas y de hacérselo pagar al primero que pasara por la calle. Ahora tengo la capacidad de, primero, conocer mis emociones y decidir cuánto tiempo quiero estar enfadada por una situación y en qué facetas de mi vida me afecta ese enfado. Quién me conoce bien podría decir: “vaya pues conmigo te enfadaste y mira, nuestra relación ha cambiado,… eso es que aún estás enfadada”. Y esto me lleva al número 4.
- Me perdono a mi misma por haberme dejado llevar por la ira o el enfado. Me perdono a mi misma por haberme dejado llevar por mis emociones. Me perdono a mi misma por no haber sido más empática o paciente. Siento compasión hacia mi misma por haberme dejado sentir esa emoción, me permito sentirla. Soy consciente de las circunstancias que no deseo permitir en mi vida. No permito que me dirijan o que decidan por mí, entre otras cosas. Soy más sincera y directa que nunca. Expreso mis sentimientos con la persona no con la cajera del súper que no tiene nada que ver. En ocasiones, eso afecta relaciones de amistad o de pareja que pueda creer que aún “sigo enfadada”, que “vaya como soy y cómo me pongo” “qué tan espiritual soy que mira que cosas digo”,…Simplemente no me importa. Sólo me doy explicaciones a mi misma. Mi mejor tesoro.
- No permito el chantaje emocional hacia mí: entendiendo chantaje emocional como momento en el que dejo de hacer lo que yo realmente quiero por lo que quieren los demás. Entiéndeme de nuevo: si todas mis amigas quieren ir a la playa y a mi me es indiferente el ir o no ir, pues voy. Pero no sigo la opinión de los demás sólo para sentirme parte de un grupo o algo así.
- Digo NO cuando quiero decir NO. Ya no intento quedar bien. Así de simple.
- Pongo límites a mis relaciones y abandono sin miedo aquellas que no me aportan. He entendido que gran parte de las personas de mi vida vienen a enseñarme algo. Son aprendizajes que debo hacer. Cuando ya lo tengo, si las tengo que dejar ir, lo hago.
- Sonrío y agradezco hasta al mosquito que me picó. Está bien,… lo reconozco, a eso aún no he llegado. Los mosquitos me ponen nerviosa. Pero sí bendigo situaciones dolorosas que he vivido y que me hacen ser quién soy a día de hoy.
- He dejado de hacerme la víctima: he dejado de culpar a los demás del resultado de mis acciones o decisiones. Ya no digo: no pude elegir. He aprendido que no hacer nada también es una elección. Decido y soy responsable de mis acciones. He dejado de buscar culpables.
- He abandonado la creencia de “no puedo hacer nada”. La misma situación se puede resolver de muchas maneras diferentes. Sólo es cuestión de abrir la mente y dejarse a uno mismo verlas. Puedo hacer mil cosas si yo así lo decido y hay muchas maneras diferentes de enfrentarse a la misma situación.
Quizás alguien pueda decir: todos esos aprendizajes los hice yo sin Mindfulness. ¡Felicidades! Encontraste respuestas vitales de una manera más eficiente. Yo tuve que pasar primero por el dolor para encontrarlas.
Si no es tu caso, y deseas ver la vida a mi manera, sílbame y ya voy.
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