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Publicado en: Mindfulness

Artefulness: el arte y el mindfulness

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La vida se vive mejor disfrutando plenamente de tus pasiones. Pasiones que te elevan al cielo. Te presento mis cuatro pilares. 

Desde siempre me ha encantado la música. Me ha transportado a lugares de felicidad, fantasía, melancolía, euforia… miles de emociones tras unas pocas notas. No soy de las que profundizan en la letra. Siempre las cambio. Si fuera a un concurso musical, no daría una. Pero la música,… me impregna el corazón. Soy incapaz de parar la radio con una música a la mitad. 

La música llena mi mente y mi cuerpo responde: responde mientras escribo a su ritmo, responde respirando según el compás, responde moviéndose lentamente o más rápido. Soy una enamorada del baile. Creo que podría bailar cualquier tipo de baile, sobre todo si es en pareja: desde un foxtrot a un vals, pasando por una cumbia. Notar la energía que se produce en una pareja al bailar (entendiendo por pareja como dos personas que se comunican bailando) me fascina. 

Si a eso le sumas mi amor por los libros, ya tienes mis tres grandes pasiones. Pero falta la cuarta,…. La cuarta es el arte.

Esta última la descubrí en un museo: El National Gallery de Londres, de la mano de un guía fabuloso que tradujo los secretos de algunos de sus cuadros y pinturas en fantásticas historias detrás del cuadro, ocultas a mis ojos. Antes de esta experiencia, las visitas a los museos se habían centrado en pasear por salas largas, llenas de objetos, sin vida para mí ni significado. La magia creada tras esa visita, me ha hecho disfrutar de otros museos que he visitado más tarde, buscar libros que dijeran algo más que “Óleo sobre lienzo”. Debería ser obligatoria la visita guiada en los museos. Si a esto le sumas la Galería de los academia de Florencia,  ya me tienes completamente enamorada. 

El arte ha estado en la humanidad desde que el hombre es hombre. Hemos tenido necesidad de expresar nuestros sentimientos y vivencias desde lo más remoto de los tiempos. A medida que crecemos, abandonamos muchos de nosotros estas prácticas:  si no eres músico, bailarín, artista no sueles dedicarle tiempo a disfrutar de la creación de piezas artísticas. Seguramente aquí entran en juego muchos de los miedos que nacieron en la infancia. Me resuena, el año de primero de BUP cuando para mi desgracia, suspendí más de seis veces Dibujo técnico porque era incapaz de entender ( o nadie supo conectar ese aprendizaje conmigo) la perspectiva. Yo sólo veía líneas, nunca vi ninguna línea oculta. 

La cuestión, es que dentro del Mindfulness nace, con el deseo de volver a disfrutar de manera sencilla una rama relacionada con la creación. 

La creación nos ayuda en múltiples facetas: 

  • Consigue anclarnos en el  presente. 
  • Facilita que nos centremos en una sola actividad a la vez:  si estamos pintando, pintando estamos. Si además apagamos el móvil, se vuelve un momento terapéutico perfecto. 
  • Favorece que nazca en nosotros los sentimientos de satisfacción por el trabajo realizado, siempre y cuando no pretendamos volvernos Picasso. Si dejamos de lado la autoexigencia y la crítica, es realmente fabuloso. 
  • Te reconecta con tu niño interior, fomentando la curiosidad, la mirada de niño, la inocencia, sin proyectar críticas o miedos. 

Una vez que has cogido el pincel, la parte más importante no es el resultado, es el camino que coges hasta llegar a él. Es indiferente si tu creación acabará expuesta en el Louvre o sólo en el salón de casa. Lo realmente maravilloso se produce en ese momento de concentración  donde sólo existe el pincel y tú. 

Empieza por prestar atención a tus sensaciones: esas que te da el volver a sentir un lápiz de colores en tu mano, el olor de una cera de colores, el sonido de un rotulador al deslizarse por el papel. Es una actividad de conciencia plena, de atención plena. Te conecta directamente con el presente. 

Quizás no te apetezca pintar. Prueba a esculpir. Si no deseas iniciarte en el barro (bendita actividad, que te hace conectarte con la tierra), vuelve a tu infancia con la plastilina. Moldea una bola. Una grande, una pequeña, un churro larguísimo. Déjate disfrutar del tacto. Esculpe un corazón, una estrella. Crea un monstruo, ese que tanto te mortifica. Escúlpelo grande y feroz. Cuando lo tengas, machácalo. Haz desaparecer literalmente tus miedos a través de una arcilla o pasta blanca. Libérate al sacarlo a través de tus manos.  

Elige una caja maravillosa de lápices de colores y pinta mandalas. Siente el tacto de los lápices. ¿Es ligero como recordabas? ¿Es suave? ¿Me gusta el tacto? ¿Necesito hacer líneas largas y regulares? ¿Soy capaz de utilizar todos los colores, incluso los que no me gustan? ¿Qué sentimientos propios puedo identificar a través de los colores usados? ¿Qué significado tienen para mí esos colores?

Cualquier expresión artística que te apetezca probar va a ser una gran fuente de satisfacción si dejas en la puerta de la clase o de ese momento tu exigencia por un trabajo perfecto. Si tuviera que haber algún tipo de exigencia sería el ser capaz de disfrutar de la actividad, dejando la crítica y el juicio de lado. 
Y ya sabes, si te apetece pintar, dibujar, o expresar de manera artística tus sentimientos, sílbame, y pintaremos mandalas juntos.

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Paulina Lopez

Paulina López

“La pequeña que tiene grandeza”.
Eso significa mi nombre y así soy yo. Nací la pequeña de una gran familia y desde siempre he sentido que tenía que hacerme un hueco y buscar mi sitio en ella. La grandeza me llegó a los 40 años, cuando mi vida cambió de manera radical.

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