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Publicado en: Gratitud, Mindfulness

Mi vida gracias al Mindfulness

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O de cómo dejé de ver el vaso medio vacío para verlo rebosante

Durante años, he sido una persona con tendencias depresivas. Solía exigir a los demás que me aportaran felicidad. Pensaba que era trabajo de mi marido, de mi madre, de mis conocidos, hacerme feliz. Necesitaba sentir esa felicidad que enseñan en los anuncios de televisión, y lo único que sentía era aburrimiento, negatividad. A veces no conseguía entender por qué la vida no me daba más, si había seguido todos los pasos que me dijeron de niña para  ser perfecta.

Durante mi infancia hacía caso a lo que mis padres me decían, completaba mis tareas escolares, superaba los exámenes y los cursos del colegio. Iba con los amigos adecuados. Si alguna vez me junté con alguien que no se consideraba aceptable, dejé la amistad. Pero aún no era feliz. Correspondía a lo que me pedían.

Acabé una carrera, tuve éxito en mi  trabajo. Pero seguía sintiendo que me faltaban cosas en la vida. Siempre buscando, siempre necesitando más. Más amor, más dinero, más,… no sabía ya ni que más.

Continué con mi vida tal y como se esperaba. El único “pecado” cometido fue vivir con mi novio sin estar casada. Pero también lo solucioné. Me casé y tuve un hijo. De vuelta a la perfección esperada y de vuelta a la insatisfacción.

Al fin llegó mi salvación. He tardado casi cuatro años en descubrir que lo que más me hirió, fue mi salvación. Mi divorcio me devolvió al centro de mi vida. A ser mi centro, a tenerme a mi. A tener que recomponerme.

La idea vino a mi. Si me tengo que volver a crear, voy a ser FELIZ. Voy a crear normas que yo quiera seguir. Voy a escuchar a mi corazón, a mis verdaderos deseos. Lo que tengo más íntimo y que no confieso a nadie.

Un soplo de aire entró en mi vida, cuando tomé esa decisión en forma de Mindfulness. Una casualidad ( ahora ya no lo llamaría así) me llevó a formarme en esta herramienta, filosofía, forma de entender la vida. Llámalo como necesites.

Una mujer está meditando en la playa.

La meditación, la atención al momento presente, el reconocimiento con bondad de mi propìo yo. El autocuidado, autoamor, autoconfianza. La paz, la calma mental, la desaparición del ruido exterior.

Una nueva sonrisa en mi cara, una manera de tomarme la vida y los problemas (situaciones a resolver). Un disfrute eterno del más leve detalle. El recuperar momentos, el sentir que VIVO momentos. Todo eso me ha dado el MINDFULNESS.

Tu pregunta será ahora cómo una palabra puede dar tanta felicidad. ¿Qué tiene de mágica que va a darle un vuelco a tu vida? ¡Pero si yo no sé meditar! ¡Eso no es para mi!

La meditación es para todos y para cualquier situación. Es tan agradecida que no te pide nada que no le puedas dar. Sólo te pide constancia. Una vez que empieces a practicar meditación y atención plena, será tal el cambio que ni tan siquiera te vas a plantear dejar de hacerlo.

Ahora, decídete. 

Es tan hermoso aceptar que mis pensamientos no son míos. Que yo no soy mis pensamientos y que puedo decidir cada día quién deseo ser y cómo que me inunda el pecho un sentimiento de amor incondicional. 

Para mí, se ha convertido en mi pastilla de Matrix. Una vez que la tomas y la descubres ya no puedes dejar de ver la vida de color de rosa. 

Me levanto ilusionada por empezar un nuevo día que me va a permitir descubrir nuevas ideas. He dejado de presionarme a mí misma para ser perfecta porque he comprendido que soy perfecta tal y como soy

Siento paz y controlo mi estrés. Creo más bien que el estrés ya no forma parte de mi porque ¿para qué voy  a preocuparme de una situación que no ha sucedido? Eso no significa que no sea previsora. Quiere decir, que me permito vivir mi momento presente, disfrutarlo, honrarlo, amarlo tal y como se presenta. 

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Comprendo que las situaciones que vivo son perfectas para mi evolución como persona. Siguen apareciendo circunstancias en mi vida que preferiría no vivir, como la enfermedad de mis familiares o una pandemia mundial pero lo afronto con paz y armonía. Permito a mi cuerpo sentir los sentimientos que tengo sin juzgarme. Cuando noto que mi cuerpo se resiste a abandonar un sentimiento, una frustración, respiro. Respiro. Respiro.

Respiro y dejo ir. 

He aprendido a agradecer todo. Este pequeño gran acto me ha dado una nueva visión de vida. De sentir que me faltaba algo siempre, he descubierto que soy rica, que mi vida es plena. Agradezco despertarme cada día, poder moverme, sentir los deditos de mis pies. Agradezco poder tener una taza preciosa donde tomar café. Agradezco que se me cruce un coche sin respetar las señales porque eso me permite practicar el ser paciente. 

Cada pequeño acto me llena de felicidad. Y es tan hermoso,… 

Las palabras se quedan cortas hasta que no lo experimentas. 

Ahora sí que vivo. Ahora estoy VIVA. 

Me encantaría que probaras tu vida gracias al Mindfulness. Sílbame y ya voy.

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Paulina Lopez

Paulina López

“La pequeña que tiene grandeza”.
Eso significa mi nombre y así soy yo. Nací la pequeña de una gran familia y desde siempre he sentido que tenía que hacerme un hueco y buscar mi sitio en ella. La grandeza me llegó a los 40 años, cuando mi vida cambió de manera radical.

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